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Sovereign Wealth Funds (SWF)

Sovereign Wealth Funds (SWF)

Vehículo utilizado por determinados países que han tenido un continuo y elevado superávit comercial y que, al generar una importante riqueza, han decidido invertirla utilizando el citado vehículo. La figura financiera utilizada por estos países ha sido la de un fondo de inversión de titularidad pública, y sus inversiones están muy diversificadas tanto geográficamente como por los activos en los que invierten.

Contabilidad y finanzas

Concepto

Término anglosajón que se corresponde con el vehículo utilizado por determinados países que han tenido un continuo y elevado superávit comercial, lo que se ha traducido en la creación de una importante riqueza acumulada, la cual tenía que ser invertida de alguna manera y en diferentes activos, en particular, en productos financieros. A los vehículos (fondos de inversión) con los que realizaban sus inversiones se les denominó Sovereign Wealth Funds (SWFs), por el hecho de que los propietarios de las participaciones eran, precisamente, los Estados que se habían convertido de la noche a la mañana en “nuevos ricos”.

Características

En los últimos cuarenta años se han producido importantes trasvases de riqueza en el mundo, y los países receptores de dicha riqueza, como China, Kuwait, Singapur o Qatar, se han encontrado con una masa ingente de dinero, que, además, crecía de manera recurrente, bien por las subidas de los precios del petróleo, bien por el establecimiento de un modelo productivo muy eficiente, como es el caso de China, que ha convertido este país en algo así como la productora mundial de manufacturas a precios imbatibles.

En cuanto al destino de las inversiones de estos fondos, lo lógico fue diversificar entre acciones, bonos, activos inmobiliarios, materias primas (oro, plata y platino, en particular), e incluso en private equity o hedge funds. Y todo ello, mediante inversiones en diferentes países, a fin de diversificar adecuadamente el riesgo. Al ser titular de las participaciones el propio Estado, lo lógico es suponer que el objetivo de estas inversiones es obtener plusvalías y rentabilidades adecuadas que, unidas al principal invertido, supongan una fuente de dinero que permita realizar grandes infraestructuras necesarias para el desarrollo del país, o para la modernización de las ya existentes en un futuro próximo; o bien, se puede preservar una parte de la riqueza generada para las futuras generaciones del país.

La utilización de dinero público para realizar inversiones bajo una determinada forma jurídica no es algo nuevo. De hecho, en 1854, se creó en Texas el Permanent School Fund, con el objetivo de financiar la educación primaria y secundaria en el Estado de la estrella solitaria. En aquella época el Gobierno Federal había realizado una compensación al Estado de Texas de 10 millones de dólares de los de entonces, en bonos emitidos por el Tesoro americano, por renunciar a varios territorios que pasaron a formar parte de los Estados de Nuevo México, Colorado y Oklahoma, y el Estado tejano decidió utilizar 2 millones de dólares de la compensación anterior como dotación fundacional de su proyecto de educación (denominado en origen Special School Fund) para los jóvenes tejanos. El resultado ha sido la creación a lo largo de 160 años de un SWF para el que el valor actual de los activos supera los 32.500 millones de dólares, con una rentabilidad superior al 12 % anual. Las becas otorgadas a los alumnos tejanos suponen alrededor de unos 200 $ anuales de media.

En 1859, Oregón imitó a Texas, creando el Oregon Common School Fund, también mediante aportación de tierras, aunque con importes sensiblemente inferiores, que en la actualidad apenas suponen un patrimonio de 1.200 millones de dólares. Texas volvió a la carga en 1876, esta vez con la creación de un fondo para ayudar a que los alumnos fueran a la Universidad, el Permanent University Fund, con un modelo similar al realizado para los alumnos de primaria y secundaria, y que en la actualidad dispone de activos superiores a los 17.000 millones de dólares. Finalmente, el Estado de Utah hizo lo mismo en 1896 con un pequeño fondo denominado School & Institutional Trust Funds Office (SITFO), al que se aportaron seis millones de acres de tierras públicas, y que en la actualidad tiene activos por 2.000 millones de dólares.

En los años cincuenta, irrumpieron en el mercado tres países, Arabia Saudi (1952), con el SAMA Foreign Holdings; Kuwait (1953), con la Kuwait Investment Authority (KIA) y la exótica isla del Pacífico, Kiribati (1956), con el Revenue Equalization Reserve Fund. Obviamente este último fondo es una anécdota, sobre todo por la época de su lanzamiento, y porque la dotación procedía de las minas de fosfatos de la isla, teniendo en la actualidad apenas 600 millones de dólares de patrimonio. Pero los otros dos, cuyo objetivo era reinvertir las enormes plusvalías obtenidas con el negocio del petróleo, han sido grandes actores en numerosas operaciones empresariales en el mundo occidental en los últimos cincuenta años. En la actualidad SAMA tiene unos activos gestionados equivalentes a 700.000 millones de dólares, mientras que KIA dispone de unos activos que superan los 600.000 millones de dólares.

En los siguientes veinte años, este tipo de fondos siguió bastante estático y solo cuatro Estados norteamericanos se animaron a crear SWFs, concretamente Nuevo México (1958), Idaho (1969), Wyoming (1974) y Alaska (1976), con el modelo tradicional norteamericano. Pero a mediados de la década de los setenta, el dinero comenzó a acumularse en el continente asiático, y Singapur lanzó el Temasek Holdings (1974) y el Government of Singapore Investment Corporation Private Limited (1981); Abu Dhabi (1976) la Abu Dhabi Investment Authority (ADIA); Omán (1980) el State General Reserve Fund; y Brunei (1983) la Brunei Investment Agency. Todos estos fondos tenían como origen las enormes plusvalías generadas por el fuerte aumento de los precios del petróleo en la década de los setenta y, desde entonces, se convirtieron en importantes actores del mercado de inversiones a nivel mundial, disponiendo en la actualidad de un patrimonio que supone centenares de miles de millones de dólares en activos.

En los años noventa, Noruega se dio cuenta de que el petróleo encontrado en el Mar del Norte tenía fecha de caducidad, y decidió crear en 1990 el que hoy por hoy es el SWF más grande del mundo, el Government Pension Fund – Global, con activos superiores al billón (europeo) de euros, lo cual, habida cuenta de la escasa población del país escandinavo, supone una cifra cercana a los 200.000 $ por habitante. Este fondo es un ejemplo de pacto intergeneracional y de modelo de gestión ética, excluyendo multitud de empresas de su potencial cartera de inversiones. Durante los años noventa se crearon importantes SWFs en Asia, bien con motivo del importante desarrollo del negocio manufacturero, como fue el caso de China con el Safe Investment Company o el Hong Kong Monetary Authority Investment Portfolio, bien con el continuo flujo de capitales procedentes de la venta de petróleo, gas u otras materias primas, como fueron los casos de Malasia (1993), Botswana (1996), Venezuela (1998), Gabón (1998), Irán (1999) y Azerbaijan (1999). Aparte de estos países, solo Perú en 1999 creó el Fiscal Stabilization Fund, por motivos meramente económicos, a fin de tener un fondo de maniobra con el que poder compensar en el futuro aquellos ejercicios económicos en los que tuvieran problemas presupuestarios.

Pero, realmente, cuando se produjo la explosión de los SWFs fue con el inicio del presente siglo. La primera vez que se utilizó el término SWF fue en el año 2005, por parte de Andrew Rozanov. En dicho año ya existían importantes SWFs, tales como los ya citados Government Petroleum Fund de Noruega, el Government of Singapore Investment Corporation, la Abu Dhabi Investment Authority, o la Kuwait Investment Authority. La estimación de Rozanov era que en el año 2005 los SWFs manejaban ya inversiones que suponían 895.000 millones de dólares equivalentes, pertenecientes a veintidós países, de los cuales, Noruega y Rusia, eran los dos únicos europeos.

Los elevados precios del petróleo hicieron que muchos países de la OPEP crearan SWFs, y que los excedentes comerciales de China o Corea les llevaran a crear este tipo de entidades; en el caso de China se crearon otros dos SWFs, al margen de los dos ya creados en la década de los noventa, el China Investment Corporation y el National Social Security Fund. Al igual que en los años ochenta lo normal era encontrarse con los kuwaitíes buscando inversiones en Europa para KIA, en el siglo XXI, lo habitual ha sido encontrarse a los cataríes haciendo lo propio. El desarrollo de Qatar en los últimos años ha sido espectacular, y su instrumento de inversión, el SWF Qatar Investment Authority, creado en 2003, ha sido especialmente activo en los países occidentales, superando en pocos años los 320.000 millones de dólares en activos. Abu Dhabi también creó otros dos SWFs adicionales a ADIA, uno en el año 2002 y otro en el año 2006, mismo año en el que Dubai y Bahrein crearon los suyos. Arabia Saudi también creó un nuevo SWF en 2008. Todos ellos con elevados importes de inversión y con procedencia de los excedentes de la venta de petróleo.

Con el tiempo, se fueron sumando muchos países, los cuales consideran que tener fondos estatales manejados por el Gobierno es una buena idea, y les permite una cierta capacidad de reacción en posibles situaciones difíciles futuras. En la actualidad hay 81 SWFs, en un total de 54 países, por un volumen total de activos de 7,47 billones (europeos) de dólares equivalentes.

Recuerde que...

  • Los SWFs son fondos de inversión soberanos cuyo objetivo es canalizar la inversión de los países que durante las últimas décadas han tenido elevados superávits comerciales.
  • Los SWFs más importantes provienen de los países árabes, procedentes de las ventas de petróleo, aunque el Fondo de Noruega es también uno de los más importantes, proviniendo también sus recursos del petróleo del Mar del Norte.

© LA LEY Soluciones Legales, S.A.

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