Expresión anglosajona que se corresponde con operaciones de arbitraje en las que se toma un activo a un precio y se coloca el activo o su equivalente monetario a un precio mejor, obteniendo un beneficio directo. Originalmente, los “brokers” de divisas solían hacer estas operaciones en el mercado de cambios, pero puede extenderse a cualquier tipo de activos.
En la Unión Europea y en los últimos años, el “carry trade” se ha hecho muy popular, al permitir el Banco Central Europeo que se tome todo el dinero que precisen las entidades financieras a un tipo de interés muy bajo, entre el 0,05 % y el 1 %, para que después con ese dinero que no necesitan los bancos, compren activos de Deuda Pública sin riesgo a tipos de entre el 2 % y el 6 %. Ello ha supuesto durante años un beneficio directo muy importante en la cuenta de resultados de los bancos europeos, que ha enmascarado la verdadera situación de estas entidades, y ha servido para que muchas de ellas tuvieran cuenta de resultados positiva cuando tenían que realizar grandes provisiones por activos inmobiliarios dañados.
El problema del “carry trade” con Deuda Pública es que los intereses de esta Deuda los pagan los ciudadanos con sus impuestos, y con ello se realiza una transferencia de rentas directamente de los bolsillos de los contribuyentes a los accionistas privados de los bancos.