Concepto
El principio de la ventaja comparativa establece que, si cada país se especializa en la producción de aquellos bienes y servicios en los cuales tiene una ventaja comparativa (es decir, que puede producir con un menor coste de oportunidad que otros países) e importa aquellos otros bienes en los que tiene una desventaja comparativa (es decir, que existe otro país que puede producir con un menor coste de oportunidad) se producirá una mejora en el bienestar económico de los distintos países.
La cuestión clave en la teoría de la ventaja comparativa es que no es preciso que existan ventajas absolutas para que sea de interés la especialización y el comercio internacional. Aunque un país fuese más productivo en términos absolutos en la producción de todos los bienes y servicios y otro país fuese menos productivo en términos absolutos, ambos pueden ganar comerciando entre sí, siempre que sus ventajas/desventajas relativas produciendo los diferentes bienes no sean iguales entre sí. Todos pueden beneficiarse del comercio, exportando aquellos productos en los que tengan ventaja comparativa e importando aquellos en los que tienen desventaja comparativa.
La ventaja/desventaja comparativa se basa en el concepto de coste de oportunidad. El coste de oportunidad de producir más de un determinado producto en un país es la cantidad de otros bienes a los que hay que renunciar.
El principio de la ventaja comparativa fue formulado por David Ricardo a comienzos del siglo XIX, y constituye la pieza clave de la denominada teoría clásica del comercio internacional, también desarrollada por Robert Torrens y John Stuart Mill.
La idea fundamental de la teoría de la ventaja comparativa -al igual que la teoría de la ventaja absoluta- es que la especialización de los países y el intercambio de lo producido a través del comercio internacional, posibilita un aumento en la producción mundial del que se benefician los distintos países involucrados en el comercio. De esta forma un país no necesariamente se beneficia a expensas de otros, puesto que todos pueden beneficiarse simultáneamente. En consecuencia, la especialización y el posterior comercio internacional no es un juego de suma cero sino, por el contrario, los distintos países pueden beneficiarse de él.
La teoría de la ventaja comparativa y, en general, la teoría clásica del comercio internacional supuso un ataque frontal a los planteamientos del mercantilismo, los cuales defendían una política nacional proteccionista, abogando por el fomento de las exportaciones mediante subsidios y la restricción de las importaciones por medio de aranceles.
Un ejemplo de las ventajas ralativas
Un ejemplo numérico resultará de gran utilidad para entender lo planteado por David Ricardo en su teoría de la ventaja relativa.
Supongamos que la economía mundial está compuesta exclusivamente por dos países, A y B; cada uno de los cuales puede producir dos bienes, X e Y, que desean consumir los ciudadanos de ambos países. Cada país dispone de una cantidad dada de trabajo, que supondremos que es el único factor productivo utilizado para fabricar ambos bienes.
Los países difieren en el número de horas que tienen que emplear en la producción de cada bien. El cuadro 1 recoge el número de horas de trabajo que se precisa para obtener una unidad de cada uno de los bienes en los dos países.
Cuadro 1. Número de horas de trabajo necesarias para obtener una unidad de cada bien | País A | País B |
Bien X | 4 | 1 |
Bien Y | 2 | 1,5 |
El país A precisa cuatro horas de trabajo para producir el bien X, frente a una hora de trabajo que precisa el país B. Asimismo, el país A precisa dos horas de trabajo para producir el bien Y, mientras que el país B precisa de una hora y media. Por tanto, el país A posee una desventaja absoluta en la producción de ambos bienes o, lo que es lo mismo, tiene una menor productividad en la producción de ambos bienes (Cuadro 2), ya que precisa emplear más horas de trabajo. Por el contrario, el País B tiene una ventaja absoluta en ambos bienes.
Cuadro 2. Número de unidades del bien por hora de trabajo (productividad) | País A | País B |
Bien X | 0,25 | 1 |
Bien Y | 0,5 | 0,67 |
Si no existiese comercio internacional, cada país tendría que producir ambos bienes para satisfacer la demanda interna. El precio al que se intercambian los bienes vendrá determinado por las condiciones nacionales y, supondremos tal y como hacía David Ricardo, que los precios de los bienes reflejan los costes del trabajo necesario para producirlos. Por tanto, los precios relativos serán los recogidos en el Cuadro 3.
Cuadro 3. Precios Relativos Sin Comercio Internacional | País A | País B |
Px / Py | 2 | 0,67 |
Py / Px | 0,5 | 1,5 |
En el País A el precio de una unidad del bien X son dos unidades del bien Y, ya que, en su producción, se ha de emplear el doble de unidades de trabajo. En el País B el precio de una unidad del bien X son 2/3 de unidades del bien Y, ya que mientras que en la producción de una unidad del bien X se precisa de una unidad de trabajo, para producir una unidad del bien Y se emplean 2/3 unidades de trabajo. Por tanto, en el interior de las dos economías, cuando no existe comercio internacional, los precios nacionales reflejarían los costes de trabajo relativos de los bienes.
Ahora dejemos que los dos países comercien. En la medida que los precios relativos son diferentes en los países (y suponemos que la diferencia es superior a los costes de transporte) existe una forma de obtener un beneficio mediante el arbitraje, es decir, comprar un bien en el país de menor precio y venderlo en el país de mayor precio.
En concreto, en nuestro ejemplo, la estrategia para obtener un beneficio es comprar el bien X en el País B, por el que pagaríamos 0,67 unidades del bien Y, y exportarlo al País A, percibiendo 2 unidades del bien Y. Por tanto, al comprar barato el bien X en el País B y vender caro en el País A, se estaría obteniendo un beneficio de 1,33 unidades del bien Y por cada unidad del bien X que se exporte desde el País A al País B. Igualmente podríamos hacer el mismo razonamiento referido a comprar el bien Y en el País A y exportarlo al País B.
La apertura al comercio internacional comenzará a presionar los dos precios relativos hacia un nuevo precio de equilibrio mundial. Cuando aumenta la demanda del bien X en el País B su precio relativo aumenta, mientras que cuando aumenta la demanda del bien Y en el País A su precio relativo aumenta. Es decir, el comercio internacional hace que el bien X se encarezca en el país que era más barato (País A), mientras que se abarata en el país donde era más caro (País B). Esta tendencia continúa hasta que los precios relativos nacionales se convierten en un precio relativo mundial de equilibrio, siendo éste el precio al que se establecerán los intercambios internacionales.
No es posible establecer con certeza cuál será el precio relativo mundial de equilibrio, lo que si sabemos es que estará comprendido en el intervalo determinado por los precios relativos de cada país existentes antes de que existiera comercio internacional, es decir:
2 ≥ precio internacional del bien X ≥ 0,67
o de forma equivalente:
0,5 ≤ precio internacional del bien Y ≤ 1,5
Si los precios del comercio internacional estuvieran fuera de esos intervalos no resultaría de interés para un país llevar a cano transacciones internacionales, ya que serían menos ventajosas que las que se establecen en el país. La única forma de que para ambos países sea de interés la especialización y el comercio es que el precio de intercambio esté dentro de los márgenes anteriores.
Supongamos que la fuerza de la demanda de los productos lleva a un precio internacional de equilibrio de 1 unidad del bien X = 1 unidad del bien Y. En cuyo caso ambos países ganan con el comercio.
Las ganancias para el País A serán:
- - Produce una unidad del bien Y renunciando solamente a 0,5 unidades del bien X.
- - Exporta esa unidad del bien Y por la que recibe una unidad del bien X.
Las ganancias para el País B serán:
- - Produce una unidad del bien X renunciando solamente a 0,67 unidades del bien Y.
- - Exporta esa unidad del bien X por la que recibe una unidad del bien Y.
Tal y como ha mostrado el ejemplo anterior, David Ricardo demostró los beneficios del libre comercio al probar que se fomentaba la eficiencia global en la producción, ya que permitía a cada país explotar su ventaja comparativa al elaborar uno o varios productos. Como mínimo, un país saldrá beneficiado del comercio sin que el otro empeore y, en muchas ocasiones, ambos países saldrán beneficiados del comercio y se repartirán los beneficios de una mayor productividad global.
Existe, sin duda, una analogía entre los efectos derivados del comercio internacional y los que se derivan del progreso tecnológico. De la misma manera que el progreso tecnológico hace posible la producción de bienes utilizando menos recursos productivos, el comercio internacional permite a los países obtener bienes y servicios a menores precios. La adquisición indirecta de bienes a través del comercio internacional es equivalente al descubrimiento de técnicas de producción más eficientes.
Relación entre la ventaja comparativa y la ventaja absoluta.
La teoría ventaja absoluta constituye un caso concreto de la teoría de la ventaja comparativa. Pero ésta última es más general y poderosa. La teoría de la ventaja comparativa tan sólo requiere que los países tengan ratios de precios distintos en ausencia de comercio, sin que importe la causa de esta diferencia.
Un país tendrá una ventaja comparativa aunque no tenga ninguna ventaja absoluta. El fundamento del comercio y las ganancias del mismo surgen de las diferencias nacionales en los costes de oportunidad de los bienes. En nuestro ejemplo numérico de la ventaja comparativa, el coste de oportunidad de una unidad del bien Y para el País A (0,5) era menor que este coste de oportunidad en el País B. Por tanto, el País A exportará el bien Y aunque tenga una desventaja absoluta en la producción de ambos bienes.
Recuerde que...
- • La ventaja/desventaja comparativa se basa en el concepto de coste de oportunidad.
- • La teoría de la ventaja comparativa tan sólo requiere que los países tengan ratios de precios distintos en ausencia de comercio, sin que importe la causa de esta diferencia.
- • Un país tendrá una ventaja comparativa aunque no tenga ninguna ventaja absoluta.