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Gestión de riesgos

Gestión de riesgos

Su objetivo es situar el o los riesgos considerados en el nivel que convenga a los intereses del gestor o a los intereses de terceros que incurran en dichos riesgos y por cuya cuenta actúa.

Contabilidad y finanzas

Concepto

Ciñéndonos al ámbito financiero, la gestión de riesgos tiene como objetivo situar el o los riesgos considerados en el nivel que convenga a los intereses del gestor o a los intereses de terceros que incurran en dichos riesgos y por cuya cuenta actúa. Aparentemente la gestión debería buscar siempre la eliminación del riesgo, pero en el ámbito financiero se conjugan una serie de factores que permiten en un marco racional asumir riesgos en unos casos y en otros conseguir su cobertura, y tanto en uno como en otro supuesto con un amplio abanico de posibilidades. En efecto, un mayor riesgo normalmente va acompañado de una mayor expectativa de beneficio y, a la inversa, un menor riesgo, correlativamente va asociado a una menor ganancia.

Análisis de riesgos

Como es lógico, la gestión exige en todo momento el análisis de toda clase de riesgos que puedan afectar a una determinada posición financiera en cualquier clase de activo, instrumento financiero o inversión financiera, así como en el coste de mantenimiento de cualquier clase de deudas. Este análisis para el gestor financiero no es una cuestión de gabinete y abstracción teórica, puesto que la volatilidad de los mercados, no pequeña en la mayoría de ellos, puede originar quebrantos importantes si no se mantiene una vigilancia constante del entorno y de cuantos factores puedan influir en los riesgos mantenidos.

Esencialmente los riesgos de precio/tipo de interés/tipo de cambio, los riesgos de inmovilización o iliquidez y los riesgos de crédito son generales a la mayor parte de los activos, en tanto que en los pasivos, el aseguramiento de los fondos para alejar el riesgo de suspensión de fondos exige una vigilancia sobre la estructura por plazos de las deudas y de los flujos de fondos que permitan cubrirlas y, por otro lado, la cobertura del tipo de interés.

Ahora bien, no es fácil que el gestor pueda influir en la disminución de los riesgos enumerados de una manera directa, sino mediante la movilidad de la cartera y la cobertura, puesto que aquí nos estamos refiriendo a la gestión de riesgos en el ámbito financiero, ya que en la gestión de los riesgos del circulante activo y los pasivos en el ámbito empresarial entran en juego, como es lógico, otros factores.

La primera estrategia no es sino una sustitución de activos por aquellos a los que el análisis asigna un menor nivel de los riesgos no deseados y que son compatibles con la rentabilidad deseada de los inversores.

La segunda consiste en sacrificar una parte de la rentabilidad para disminuir ciertos riesgos, generalmente los de precio/tipo de interés. Ahora bien, los riesgos de crédito y de iliquidez tienen aspectos en los que el análisis fundamental es importante. El gestor tendrá que contemplar, por consiguiente, además de las indicaciones de las diversas técnicas de análisis apropiadas al tipo de activos gestionados, una diversidad de informaciones considerables, tanto del mercado como de los activos manejados, para actuar en cada momento como convenga a los intereses del patrimonio.

En la gestión de riesgos que persigue asegurar la integridad en valor y renta del patrimonio en riesgo en un grado muy elevado, como es el caso de los fondos de pensiones y todos los de inversión no especulativa, las técnicas de mayor asunción de riesgos no son consideradas prácticamente, pero sí se busca una rentabilidad lo más elevada posible, por lo que es evidente que hay que encontrar un compromiso de riesgo óptimo, es decir, mantener una cartera de inversión en la que la diversificación conjugue activos de elevada rentabilidad y riesgo apropiado con otros en los que la integridad del capital no ofrezca ningún riesgo. Sin embargo, en la realidad tal planteamiento es teórico, puesto que el riesgo de tipo de interés, por ejemplo, en el largo plazo, es de cobertura muy difícil, incluso recurriendo a fórmulas de aseguramiento.

En efecto, la concertación de tipos fijos a largo plazo en principio asegura un nivel determinado de rentabilidad, pero no garantiza que esa rentabilidad mantenga un nivel paralelo al del mercado a lo largo del tiempo de la inversión. Por el contrario, si se aceptan fórmulas de tipos variables, la rentabilidad no queda asegurada, sino lo que se asegura es que podrá seguirse la senda de variación que marque el mercado. Dicho esto, parece que la última solución disminuye el riesgo de tipo de interés, pero tampoco es así, porque cualquiera que sea el plazo de maduración de la inversión y revisión de los tipos concertados, la desviación de dichos tipos en el transcurso de ese plazo puede ser significativa.

Solo las entidades financieras que gestionan activos y pasivos pueden planificar una cobertura de riesgos de tipo de interés mediante el equilibrio de las posiciones por plazos, pero esto tampoco es una solución que se alcanza globalmente y de forma mecánica. Lo cierto es que el conjunto de recursos ajenos manejados por las entidades de crédito puede descomponerse por plazos y buscar posiciones activas y pasivas cerradas en cada tramo, lo cual implicaría un sometimiento de la estrategia de negocio hacia el mantenimiento del volumen de inversión en cada plazo según la magnitud alcanzada por los recursos conseguidos a dicho plazo. Esta es una exigencia que se impuso directamente, durante mucho tiempo, por las normas para la captación de recursos y colocación de los mismos en divisas a las entidades de depósito en España, para pasar más tarde a exigir la técnica de cobertura de las posiciones abiertas mantenidas.

Instrumentos de gestión de los riesgos

Actualmente se presta tanta atención a los riesgos de iliquidez, crédito y tipo de interés en moneda doméstica y en divisas, puesto que la asimetría de los balances es un hecho; ya que, especialmente, por el lado del pasivo los recursos son en porcentaje muy elevado con vencimiento a la vista o en el corto plazo. La cobertura de riesgos de iliquidez y crédito en este caso se basa principalmente en un análisis exhaustivo de la solvencia a corto y a largo plazo de las contrapartidas y de la diversificación adecuada de la inversión. La cobertura de tipos de interés pasa inevitablemente por la toma de posiciones en mercados de derivados (FRAs, swaps, futuros, opciones, etc.) tanto organizados como no organizados.

Para el inversor privado, que actúa simplemente en el lado activo, lógicamente las posiciones en los diferentes plazos solo pueden equilibrarse por medio de las técnicas de cobertura de opciones y futuros en mercados organizados, en tanto que para los riesgos de crédito e iliquidez solo le queda el aseguramiento.

Recuerde que...

  • Un mayor riesgo normalmente va acompañado de una mayor expectativa de beneficio y, un menor riesgo, correlativamente va asociado a una menor ganancia.
  • Los riesgos de precio/tipo de interés/tipo de cambio, los riesgos de inmovilización o iliquidez y los riesgos de crédito son generales a la mayor parte de los activos.
  • E los pasivos, el aseguramiento de los fondos para alejar el riesgo de suspensión de fondos exige una vigilancia sobre la estructura por plazos de las deudas y de los flujos de fondos que permitan cubrirlas y, por otro lado, la cobertura del tipo de interés.
  • Una de las estrategias no es sino una sustitución de activos por aquellos a los que el análisis asigna un menor nivel de los riesgos no deseados y que son compatibles con la rentabilidad deseada de los inversores. Otra estrategia consiste en sacrificar una parte de la rentabilidad para disminuir ciertos riesgos, generalmente los de precio/tipo de interés.

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