Antecedentes de la unión monetaria europea
En el año 1969, el Informe Barre (elaborado por el entonces Vicepresidente de la Comisión Europea) proponía una mayor coordinación de las políticas económicas y una intensificación de la cooperación monetaria en el ámbito de la Comunidad Económica Europea. En la Cumbre de La Haya de diciembre de 1969, los Jefes de Estado y de Gobierno decidieron hacer del establecimiento de la Unión Económica y Monetaria (UEM), un objetivo prioritario de la integración europea. Se constituyó un grupo de alto nivel, bajo la presidencia de Pierre Werner (Primer ministro de Luxemburgo), para analizar los medios necesarios para alcanzar este objetivo antes de 1980. El informe Werner preveía el establecimiento de una UEM con el objetivo final de lograr la liberalización total de los movimientos de capitales y la fijación irrevocable de las paridades, o incluso la sustitución de las monedas nacionales por una moneda única. El informe también recomendaba reforzar la coordinación de las políticas económicas y definir orientaciones para las políticas presupuestarias nacionales.
En marzo de 1971, los seis países que entonces integraban la Comunidad Económica Europea llegaron a un acuerdo sobre el establecimiento de una UEM en tres etapas. La primera etapa consistía en la reducción de los márgenes de fluctuación monetaria; pero el hundimiento del sistema de Bretton Woods y la decisión de los Estados Unidos de dejar flotar libremente el dólar en agosto de 1971 provocaron una gran inestabilidad en los mercados de cambios, lo que afectó profundamente a las paridades entre las monedas europeas. En consecuencia, el proyecto de unión económica y monetaria sufrió un bloqueo importante.
En marzo de 1972 los Seis intentaron reactivar la dinámica de la integración monetaria, creando el mecanismo denominado de “la serpiente en el túnel” que era un mecanismo de fluctuación concertada de las monedas (“serpiente monetaria”) dentro de unos márgenes establecidos respecto del dólar (túnel). Pero múltiples motivos (crisis del petróleo, debilidad del dólar y divergencias entre las políticas económicas, entre otros) hicieron que la mayor parte de sus miembros abandonasen progresivamente el mecanismo de la "serpiente monetaria", que quedó reducido finalmente a Alemania, los países del Benelux y Dinamarca. El esfuerzo de fluctuación conjunta no tuvo éxito y el mecanismo de la serpiente monetaria estuvo vigente únicamente entre 1973 y 1978.
Características del mecanismo de tipos de cambio del sistema monetario europeo
El nuevo impulso de la Unión Monetaria se debió a Roy Jenkins (entonces Presidente de la Comisión Europea), a partir de 1977, que subrayó las ventajas de un sistema que se configuraría como una nueva serpiente monetaria.
Los esfuerzos de creación de una zona de estabilidad monetaria se reanudaron formalmente en marzo de 1979, gracias al apoyo de Francia y Alemania, estableciéndose definitivamente el Sistema Monetario Europeo (SME), basado en el concepto de tipos de cambio fijos, pero ajustables. Las monedas de todos los Estados miembros, a excepción del Reino Unido, se adhirieron al mecanismo de cambio.
El objetivo del SME era estabilizar las paridades de los tipos de cambio entre las monedas para garantizar el funcionamiento correcto del mercado interior.
Los tipos de cambio se basan en tipos pivote definidos en función del ecu (unidad de cuenta del SME que representa la media ponderada de las monedas participantes). Las paridades bilaterales se calculan a partir de los tipos pivote expresados en ecus, y las monedas deben fluctuar dentro de una banda de +/- 2,25 % en torno a estos tipos bilaterales (a excepción de la lira italiana, a la que se concedió una banda de +/- 6 %).
En diez años, el SME permitió reducir la variabilidad de los tipos de cambio. La flexibilidad del sistema, unida a una voluntad política de hacer converger las economías permitió una estabilidad duradera de las monedas. Cabía la posibilidad de revaluación o devaluación, pero siempre que no se diesen devaluaciones competitivas.
Del sistema monetario europeo a la UEM
Con la adopción del Programa para la culminación del mercado único en 1985, cada vez resultaba más evidente que el potencial del mercado interior no podría aprovecharse plenamente mientras subsistieran los costes de transacción asociados a la conversión de las monedas y la incertidumbre derivada de las fluctuaciones de cambio, por pequeñas que estas fuesen. El Acta Única europea supuso el empuje decisivo para la moneda única.
En junio de 1988 se creó un comité para el estudio de la Unión Económica y Monetaria, presidido por Delors (entonces Presidente de la Comisión Europea). El informe proponía la realización de la UEM en tres etapas y subrayaba la necesidad de una mayor coordinación de las políticas económicas, de establecer normas relativas a la magnitud y la financiación de los déficits presupuestarios nacionales y de crear una nueva institución, independiente, a quien se confiaría la política monetaria de la Unión: el Banco Central Europeo.
Tras completar las fases previstas y una vez que el euro comenzó su andadura, había que considerar la posibilidad de que no todas las monedas cumpliesen los criterios de Maastricht y quedasen fuera de la Unión Monetaria. Se hizo necesario, a partir del 1 de enero de 1999, crear un nuevo mecanismo de tipos de cambio.
Las características principales de este nuevo mecanismo de tipos de cambio (NMTC), también denominado MTC II, son las siguientes:
Fijación de los tipos de cambio
Se decidió que los tipos de cambio centrales y las bandas de fluctuación tendrían como referencia el euro (que sustituye al ecu a una tasa 1:1). Para cada moneda se define un tipo de cambio frente al euro y una banda de fluctuación de +/- 15 %.
A iniciativa de un Estado miembro participante, es posible reforzar la cooperación en materia de cambio. Previa solicitud del Estado en cuestión, pueden establecerse márgenes de fluctuación más estrechos que el normal (15 %).
Intervenciones automáticas e ilimitadas
Cuando un país necesita financiación a muy corto plazo se pueden realizar intervenciones para apoyar a una moneda (comprando o vendiendo) para mantener su tipo de cambio dentro de los márgenes establecidos de fluctuación. Estas intervenciones son coordinadas por el Banco Central Europeo y el Banco Central del país.
El Consejo General del Banco Central Europeo supervisa el funcionamiento del MTC II y garantiza la coordinación de la política monetaria y cambiaria, así como la gestión del mecanismo de intervención y de financiación.
Forman parte de este mecanismo los países que no tienen el euro como moneda y que así lo han decidido voluntariamente. No obstante, ha de tenerse presente que uno de los criterios de convergencia para entrar a formar parte del área euro es participar en el MTC sin sufrir tensiones cambiarias, al menos durante los dos años previos el examen para la adopción de la moneda común.
Las monedas que forman parte del MTC son la danesa, estonia, lituana y letona.
El gran logro de este mecanismo es que contribuye a asegurar que los Estados miembros que no forman parte del área euro asumen políticas de estabilidad y convergencia entre el conjunto de miembros de la Unión Europea.
Recuerde que...
- • Tras completar las fases previstas y una vez que el euro comenzó su andadura, había que considerar la posibilidad de que no todas las monedas cumpliesen los criterios de Maastricht y quedasen fuera de la Unión Monetaria.
- • A partir del 1 de enero de 1999 se creó un nuevo mecanismo de tipos de cambio.
- • Las características principales de este nuevo mecanismo de tipos de cambio, también denominado MTC II, son: la fijación de los tipos de cambio y las intervenciones automáticas e ilimitadas.
- • Se decidió que los tipos de cambio centrales y las bandas de fluctuación tendrían como referencia el euro.
- • Cuando un país necesita financiación a muy corto plazo se pueden realizar intervenciones para apoyar su moneda y mantener su tipo de cambio dentro de los márgenes establecidos de fluctuación. Intervenciones coordinadas por el Banco Central Europeo y el Banco Central del país.