Definición
Pieza de oro, plata, cobre o cualquier otro metal, comúnmente con forma de disco y acuñada con los distintivos elegidos por la autoridad emisora para acreditar su legitimidad y valor. Cuenta generalmente con un anverso o cara, en el que aparece representada una efigie y una cruz o reverso en el que se acuña cualquier otro emblema. Fabricadas en cecas o casas de la moneda, son dinero, al ser aceptadas por el público como medio de pago, unidad de cuenta y medida de valor. Por extensión, también se considera moneda al billete o papel de curso forzoso y total poder liberatorio para cualquier operación de intercambio.
Otras acepciones del término moneda hacen referencia al conjunto de signos representativos del dinero circulante en cada país o instrumento aceptado como unidad de cuenta, medida de valor y medio de pago.
Origen del término “moneda”
Procedente del latín
, su origen se sitúa en la Antigua Roma. Significaba consejero, el que avisa o aconseja, y en su raíz etimológica confluyen historia y leyenda. En el año 390 a.C. se produjo la invasión de Roma por los galos. Su avance se vio frustrado cuando, ante una incursión nocturna, el graznido de unas ocas encerradas en el templo de Juno en la colina Capitolina, avisó a los defensores romanos de la llegada de los invasores, permitiéndoles de esta manera rechazarles y evitar el saqueo del Capitolio. Para conmemorar este hecho, entre los años 353-344 a.C., se erigió un templo a Juno, diosa tutelar de la mujer, con el epíteto de Moneta. Juno Moneta se convirtió de esta forma en protectora de los fondos, y era reputada por sus sugerencias, advertencias y buenos consejos. Varias décadas después, en el año 289 a.C. se construyó en los alrededores del templo de la Diosa la primera fábrica de moneda romana. Inicialmente de cobre y posteriormente de plata, estas monedas tenían en su anverso representada la efigie de la diosa Moneta, por lo que este comenzó a emplearse como “dinero” o “moneda” ya en época de Ovidio y Cicerón.
Tipos de moneda
A grandes rasgos se pueden diferenciar dos tipos de monedas: la moneda metálica, que es aquella cuyo valor facial coincide con su valor intrínseco, y la moneda fiduciaria, que es aquella cuyo valor facial se basa en la confianza que tiene el público en que al entregar dicha moneda obtendrá bienes por el equivalente a dicho valor facial.
Moneda metálica
La aparición de la moneda metálica supuso la desaparición de los problemas asociados a la utilización de bienes perecederos como dinero para realizar los intercambios. Como ocurre con la mayor parte de los inventos de la Antigüedad se desconoce quién fue su inventor, si bien la leyenda se lo atribuye a Midas, rey de Frigia que convertía en oro todo lo que tocaba, y a Creso, rey de Lidia, enormemente rico y que murió al ser obligado por Ciro el Grande a tragar oro derretido. Sin embargo parece más razonable que las primeras monedas fueran acuñadas por un mercader griego como una forma de obtener publicidad. De hecho, y a pesar de tener constancia de que ya se empleaban en Asia Menor en el año 2000 a. de C., las primeras monedas con peso estandarizado y valor certificado datan del siglo VII a. de C. y procedían de Lidia. Con la acuñación de monedas se eliminaron los problemas de tener que llevar el metal al peso y realizar el pesaje con cada intercambio. Por otra parte supuso la aparición de una importante función para la autoridad, la fabricación de la moneda, que garantizaba con ello la cantidad de metal precioso que la misma contenía. Esta primeras monedas acuñadas estaban elaboradas con electro, una aleación natural de oro y plata propia de los valles de Anatolia. Sin embargo, la dificultad a la hora de establecer la proporción de los dos metales presente en la moneda, provocó que se prefiriera el estado puro de ambos metales por separado para su acuñación.
Las primeras ciudades Estado griegas que acuñaron sus propias monedas fueron Aegina (595 a. de C.), Atenas (575 a. de C.) y Corinto (570 a. de C.). De todas ellas quizás las más conocidas fueran las monedas atenienses. Elaboradas con plata tenían representada la cara de Atenea en el anverso, y el búho, símbolo de la Diosa, en el reverso. La razón por la que se acuñaron de plata y no de oro o de electro se debió a la importancia de las minas de plata de Laurion, en la península Ática, y propiedad de la ciudad Estado de Atenas. De hecho el contenido de plata del dracma ateniense se mantuvo estable durante cerca de 4 siglos. Las conquistas de Alejandro Magno permitieron difundir la cultura helenística por todo el Cercano y Medio Oriente y con ello la utilización de las monedas como dinero. De hecho los romanos, que posteriormente darían lugar al vocablo, imitaron a los griegos en el uso de monedas oficiales, utilizando tanto el oro (aureus) como la plata (denarius), para su fabricación.
Durante las Edades Media y Moderna se continuaron acuñando monedas de metales preciosos y aleaciones. Esto en ocasiones provocó problemas, derivados de alteraciones en el valor de los metales ante el descubrimiento de nuevas minas. Así si se descubrían minas de plata, el valor de la misma caía, alterando las equivalencias oficiales de las monedas e incluso la desaparición de la que mantenía el valor (la moneda de oro) de la circulación. Este hecho, conocido como Ley de Gresham, fue formulado por el economista inglés Thomas Gresham (1519-1579), fundador de la bolsa de Londres. Según esta Ley, la moneda mala, la que pierde valor por cualquier razón, desplaza la buena de la circulación. El motivo por el cual ocurre esto es que los agentes económicos procuran guardar o reservarse la moneda que mantiene su valor, por desconfianza de la mala, que lo está perdiendo. Las aportaciones de Gresham permiten explicar el comportamiento de algunas monedas a lo largo de la Historia. Como señaló Galbraith (1975) con respecto al comportamiento del marco alemán tras la I Guerra Mundial: “Los hombres y las mujeres se apresuraban a gastar sus sueldos, a ser posible, a los pocos minutos de cobrarlos. Los billetes eran llevados a las tiendas en carretilla o en cochecitos de niño”. Por tanto, los alemanes utilizaban exclusivamente los marcos para sus transacciones, la moneda mala en que se había convertido el marco desplazó a otras monedas, que al mantener su valor, no se empleaban.
Fueron también comunes problemas derivados de las falsificaciones o de los intentos por disminuir la cantidad de metal precioso presente en una moneda limándola o raspándola. Igualmente se dieron fraudes provocados por la acción de los propios gobernantes encargados de la acuñación de la moneda. De hecho la mayor parte de los incrementos de precios que tuvieron lugar en los siglos XVI y XVII en España se debieron a esta acción, consistente en obligar a los ciudadanos a devolver las monedas a la casa de la moneda para su reacuñación. Aprovechaban ese momento los monarcas para envilecer la moneda metálica, esto es, incluir en la mezcla metal de escaso valor y poder acuñar un mayor número de monedas. De esta manera obtenía un beneficio conocido como “señoreaje”. Al perder valor la moneda, resultaba necesario entregar un mayor número de monedas para obtener el mismo bien, pero en realidad se entregaba la misma cantidad de metal precioso (más monedas de menor calidad pero en términos absolutos con el mismo contenido de oro o de plata). Por tanto el envilecimiento de la moneda provocaba un incremento de los precios (inflación).
Moneda fiduciaria
Aquella moneda que depende del crédito y confianza que merece, y no de su propio valor intrínseco, recibe la denominación de moneda fiduciaria.
Los billetes o papel moneda constituyen el más claro ejemplo de moneda fiduciaria. Fueron los chinos los primeros en utilizarlo allá por el siglo IX de nuestra era. Carecía de valor como mercancía, pero era dinero por decreto imperial, y como tal se utilizaba en las transacciones. Sin embargo acabaron por abandonarse hacia el año 1500 coincidiendo con el declive del Imperio Chino.
En Europa, coincidiendo con el resurgir del comercio y las ciudades a partir del siglo X, se hizo necesario buscar una alternativa al transporte de moneda metálica, difícil y peligroso en las largas distancias. La solución fueron los pagarés u obligaciones de pago. En las mismas quedaban certificados el nombre del deudor y del prestador, así como la fecha de pago y las cantidades de oro y de plata. Pronto estos contratos se convirtieron en los primeros billetes bancarios, que al encontrarse respaldados por los metales preciosos depositados en el banco, eran convertibles en dichos metales cuando así lo solicitaba su poseedor. El papel moneda podía ser emitido por instituciones privadas, como bancos, o el Estado podía conceder el monopolio de emisión a institución determinada, como el Banco Central del país.
El primer papel moneda se caracterizaba por estar respaldado en su emisión por el equivalente de oro o de plata. De esta manera los bancos emisores debían mantener en sus cajas fuertes la misma cantidad de metales preciosos que papel moneda emitieran, pudiendo los tenedores de billetes acudir en cualquier momento al banco emisor con billetes y solicitar su equivalente en oro o plata. Con ello la oferta de metales preciosos (oro si el país tenía un patrón oro, plata si había elegido un patrón plata o bimetálico en el caso de que se utilizaran ambos metales) limitaba el máximo de moneda que se podía emitir en la economía.
Los patrones monetarios
La función de un patrón monetario consiste en determinar la unidad de valor de un sistema monetario. Cuando se empleaban monedas exclusivamente metálicas (dinero mercancía), el patrón monetario venía determinado por los metales preciosos que se emplearan en su acuñación. Solía ser común el empleo de patrones bimetálicos, al coexistir en la economía monedas tanto de oro como de plata que eran empleados como dinero. Por ejemplo en la Edad Media Inglaterra contaba con un patrón plata, al definirse la libra esterlina como una libra de plata de ley o Sterling (el resto de monedas de oro determinaban su valor con respecto a la libra de plata). En el siglo XVIII, tras varias décadas empleando un patrón bimetálico teórico, el Gobierno Británico decidió definir un patrón oro, cambiando la tradición de varios siglos.
El patrón oro
Cuando se establece la plena convertibilidad de las monedas nacionales, tanto metálicas como fiduciarias, en oro a una paridad fija, nos encontramos ante el denominado patrón oro. Gran Bretaña fue el primer país en instaurarlo en el año 1816, siendo el cambio de 3,811 libras esterlinas por onza de oro. El alto grado de integración económica mundial alcanzado en el siglo XIX, determinó la adhesión de una gran cantidad de países al patrón oro internacional. El papel central jugado por Londres, capital política y financiera del mundo por aquel entonces, convirtió al patrón monetario escogido por Gran Bretaña en el más importante de la época.
La instauración del patrón oro implicaba el cumplimiento estricto de tres reglas:
- a) La Real Casa de Moneda estaba obligada a comprar y vender todo el oro a un tipo de cambio fijo.
- b) El Banco de Inglaterra, y por extensión el resto de bancos, estaba obligado a canjear sus pasivos monetarios, es decir, todo el papel moneda y los depósitos que en él mantuvieran sus clientes, por oro si éstos así lo solicitaban.
- c) Debía existir plena y libre circulación de oro. No podían restringirse por tanto ni las entradas (importaciones), ni las salidas (exportaciones) de oro.
Al irse adhiriendo al patrón oro otras economías, inmediatamente las monedas de las mismas quedaron ligadas entre sí, favoreciendo y estimulando los intercambios comerciales internacionales.
En la segunda mitad del siglo XIX, Francia creó la Unión Monetaria Latina, un intento de constituir una alternativa al patrón oro internacional. Se trataba de un patrón bimetálico, al que se unieron algunos países del viejo continente. Una serie de problemas derivados del descubrimiento de minas de oro y plata, acabaron obligando a la mayor parte de estos países a adoptar el patrón oro puro.
El inicio de la I Guerra Mundial supuso el establecimiento de importantes restricciones a los movimientos internacionales de capital y de oro, por lo que se tuvo que abandonar este patrón monetario. Tras la contienda Gran Bretaña intentó sin éxito resucitarlo. El establecimiento de unos tipos de cambio irreales llevaron al fracaso a este nuevo intento de restablecer el patrón oro tal y como se había conocido antes de la contienda en el año 1931.
Patrón cambios oro
Tras la II Guerra Mundial, los países aliados reunidos en Bretton Woods, New Hampshire, acordaron restablecer un nuevo patrón monetario internacional. Nacía así en 1944 el denominado patrón cambios oro o divisas oro, que desaparecería en los primeros años de la década de los 70. En el nuevo sistema era la moneda norteamericana, el dólar, la que fijaba su valor con respecto al oro (35 $ por onza). Las monedas del resto de economías quedaban ligadas al dólar, y de esta manera, indirectamente, al oro.
En la actualidad no existe ningún patrón monetario. La emisión de ninguna moneda se encuentra respaldada por ningún metal precioso (ni siquiera oro). Se trata, por tanto, de monedas fiduciarias en sentido estricto. Ningún banco central se compromete a cambiarlas por oro. Nuestros billetes y monedas tienen un valor porque existe el compromiso de que a cambio de las mismas nos entregarán un bien o servicio que equivalga en valor a la cantidad de moneda que entregamos.
Diferencias fundamentales entre los dos tipos de patrones monetarios del siglo XXPATRÓN ORO | BRETTON-WOODS (patrón cambios oro) |
Tipos de cambios estrictamente fijos. "La emisión de dinero está condicionado por la cantidad (reservas) de oro existente”. | Tipos de cambios fijos pero ajustables. "El dólar es tan bueno como el oro” (Paradoja de Triffin). |
Ventajas. Estabilidad en el nivel de precios y en los tipos de cambios. | Ventajas. A corto plazo, la estabilidad del patrón oro; a largo, la capacidad de ajuste de la modificación cambiaria. |
Recuerde que...
- • Existen dos tipos de monedas: la moneda metálica, que es aquella cuyo valor facial coincide con su valor intrínseco, y la moneda fiduciaria, que es aquella cuyo valor facial se basa en la confianza que tiene el público en que al entregar dicha moneda obtendrá bienes por el equivalente a dicho valor facial.
- • Los billetes o papel moneda constituyen el más claro ejemplo de moneda fiduciaria.
- • La aparición de la moneda metálica supuso la desaparición de los problemas asociados a la utilización de bienes perecederos como dinero para realizar los intercambios.
- • Cuando se establece la plena convertibilidad de las monedas nacionales, tanto metálicas como fiduciarias, en oro a una paridad fija, nos encontramos ante el denominado patrón oro.
- • La función de un patrón monetario consiste en determinar la unidad de valor de un sistema monetario. Cuando se empleaban monedas exclusivamente metálicas (dinero mercancía), el patrón monetario venía determinado por los metales preciosos que se emplearan en su acuñación.