Concepto
El proceso productivo vincula los recursos financieros disponibles a la obtención o producción de bienes y/o servicios. Esta vinculación no siempre tiene igual duración, ya que en ocasiones se utilizan los recursos financieros para adquirir activos fijos, mientras que en otros casos, se utilizan para comprar activos circulantes. Por ello, se dice que hay dos circuitos financieros en la empresa: a corto y a largo plazo.
Circuito financiero a corto y a largo plazo
El circuito financiero a corto plazo se encuentra ligado a la inversión en activos circulantes. La recuperación de estas inversiones se realiza a través del ciclo de explotación de la empresa o período medio de maduración, que puede definirse como el tiempo que transcurre desde que se invierte una unidad monetaria en el proceso productivo, hasta que se recupera mediante el cobro de las ventas. Este ciclo está compuesto por cuatro sub-períodos (tomando como referencia una empresa transformadora o industrial): el subperíodo de aprovisionamiento, el subperíodo de producción, el de ventas y el de cobro.
El circuito financiero a largo plazo se encuentra ligado a la inversión en activos fijos. Estos activos se encuentran vinculados permanentemente al ciclo de producción. Su recuperación se realiza mediante el proceso de amortización, con el que se recupera al valor de los activos depreciados.
El flujo de fondos en el circuito financiero de la empresa
La supervivencia de las empresas está determinada por su capacidad para satisfacer una demanda específica. Regularmente, esta demanda es atendida mediante el uso de activos que la empresa debe adquirir o desarrollar. Es aquí donde entra en juego la realización de inversiones, en cualquiera de sus modalidades, en las que se habrán de coordinar recursos financieros, materias primas, procesos productivos y otros elementos intangibles como el factor trabajo y las capacidades gerenciales.
Una vez planteada la necesidad de ampliar la capacidad productiva, se procede a valorar ese proyecto, para analizar su conveniencia y viabilidad. Aquí entran en juego los métodos de valoración de proyectos de inversión, como por ejemplo; el Valor Actual Neto (VAN) y la Tasa Interna de Rentabilidad (TIR). La utilización de estos métodos requiere la realización de un cálculo previo de los flujos netos de caja de cada período, en el horizonte de vida del correspondiente proyecto de inversión. Este cálculo hace necesaria una estimación previa del beneficio obtenible; que es función directa de las ventas previstas, e inversa de las previsiones de gastos de diferente naturaleza, que pueden ser, entre otros:
- · De tipo financiero: dependientes del volumen de las deudas y del coste de las mismas.
- · De tipo impositivo o tributario: dependiente del tamaño de los propios beneficios.
- · Por política de amortización: por la depreciación de los activos productivos.
Los recursos financieros que se utilizan para financiar las inversiones pueden tener procedencia interna o externa; y en este último caso, es posible que pertenezcan a los titulares de la sociedad (socios o accionistas), o a los acreedores (obligacionistas o prestamistas), quienes exigirán una contraprestación por su aportación financiera (dividendos, plusvalías e intereses).