En cualquier actividad, el transcurso del tiempo para el cumplimiento de unos objetivos implica un riesgo. Este riesgo puede tener dos tendencias distintas según la operación a la que se refiera. Por ejemplo, en una operación crediticia el riesgo al momento de concertarse la operación es mayor en función del plazo, disminuyendo este a medida que se acerca el vencimiento de la operación sin sobresaltos. Por el contrario, en una inversión real con una vida útil (por ejemplo, edificios, puentes, embalses, maquinaria, etcétera), cuanto más tiempo transcurra mayor será el riesgo de pérdida por envejecimiento de los bienes.