La rentabilidad por dividendo es aquella fuente de rentabilidad que procede exclusivamente del cobro de dividendos por ser titular de unas acciones. Se expresa en términos porcentuales y matemáticamente se calcula de la siguiente manera:
En concreto, la rentabilidad por dividendo se puede calcular comparando el dividendo esperado por acción (DPA) y el precio de cotización de la misma, según la expresión:
De acuerdo a la anterior expresión, existe una relación directa entre el dividendo repartido y la rentabilidad por dividendo, mientras que la relación es inversa entre el precio o cotización y la rentabilidad por dividendo.
Habitualmente, la rentabilidad por dividendo suele compararse con la rentabilidad de la deuda pública, dado que los dividendos se asimilan a los cupones repartidos por los bonos y obligaciones del Estado.
Generalmente, las empresas con una elevada rentabilidad por dividendo suponen oportunidades de compra en comparación con empresas que ofrecen una ratio inferior. La lógica subyacente es la de invertir en acciones que el mercado valora que van a repartir una ganancia asegurada para el accionista (el dividendo) por encima de lo que el mercado valora la acción en mercado. Por ello, no es tan relevante que el precio de la acción caiga ya que, en cualquier caso, el ingreso está asegurado en forma de dividendo. Por ello, se trata de una operación de carácter defensivo para situaciones bajistas de mercado o para inversores que buscan una ganancia periódica asegurada.
En ocasiones, en vez del término “Rentabilidad por Dividendo” suele emplearse el término “Rendimiento de dividendos”. Rendimiento, según la RAE, significa “producto o utilidad que rinde o da algo”, mientras que rentabilidad es “la cualidad de rentable o la capacidad de rentar, es decir, que produce renta suficiente o remuneradora”. Así, por proximidad de significados, suelen considerarse ambas acepciones sinónimas para ciertas acepciones o voces, como es este el caso, ya que ambos conceptos reúnen la capacidad de generar un resultado o beneficio esperado mayor al presente.
Las empresas que reparten con asiduidad dividendos suelen ser grandes con un negocio estable y con una tasa de crecimiento inferior al mercado, ya que de otra forma precisarían de recursos extra para financiar su expansión a costa del accionista. Se trata de las utilities (eléctricas, gas, energía, etc.) y los bancos fundamentalmente. Asimismo, en cuanto a los dividendos contemplados, si son del año anterior hablamos de un dato histórico que poco tiene que ver con las expectativas del negocio y si se trata de un dividendo esperado, la falta de seguridad en cuanto al reparto podría distorsionar la ratio. Por último, la política de dividendos podría hacer inoperante la ratio: la empresa en un determinado momento podría reducir o incluso anular el pago de dividendos en pro de un plan de expansión o por la necesidad de reinvertir en negocios futuros.