Concepto
En los modelos neoclásicos de la economía, la tasa natural de desempleo es la tasa de desempleo de equilibrio hacia la cual tiende a dirigirse la economía a largo plazo. Es un concepto propuesto inicialmente por M. Friedman y E. Phelps (ambos ganadores del Premio Nobel) y no contempla la posibilidad de que exista desempleo involuntario, ya que en el equilibrio competitivo las empresas estarán sobre su curva de demanda de trabajo y los trabajadores sobre su curva de oferta. Su valor concreto sí puede variar entre las distintas economías, pero sólo en función de los determinantes de estas curvas de demanda y oferta (por ejemplo, será mayor si los impuestos sobre el trabajo son elevados y desincentivan su oferta, o si determinadas interferencias en el funcionamiento del mercado de trabajo como las regulaciones públicas impiden que se alcance el óptimo). Por tanto, las políticas económicas para reducir la tasa de paro a largo plazo que sufre una economía no deben ser medidas expansivas por el lado de la demanda (a largo plazo sólo generarían más inflación) sino medidas estructurales por el lado de la oferta.
Un concepto similar a éste que se desarrolló después es el de la tasa de paro no aceleradora de la inflación (NAIRU). Aunque ésta también es la tasa de paro de equilibrio a largo plazo, se deriva del funcionamiento de un mercado de trabajo influido por factores institucionales que hacen que la competencia no sea perfecta, y es compatible con la existencia de desempleo involuntario.
El concepto de tasa natural de desempleo está muy relacionado con el debate en torno a la pendiente de la Curva de Phillips (relación entre tasa de paro y tasa de inflación): si se acepta la existencia de una tasa natural, la Curva de Phillips se vuelve vertical a largo plazo.
Determinación de la tasa natural de paro y cambios en la tasa de paro a corto plazo
Para obtener el nivel de empleo de equilibrio (la tasa de paro es igual a la diferencia entre la cantidad de personas que quieren trabajar y ese nivel de empleo) es preciso partir de las curvas de oferta de trabajo y demanda de trabajo. Estas curvas se recogen en la Figura 1.
- - La oferta de trabajo la hacen las personas en edad de trabajar en función de sus preferencias entre ocio y trabajo (necesario para obtener una renta con la que realizar gastos de consumo). Habitualmente se supone que, al menos en el tramo relevante, esta curva de oferta tiene pendiente positiva: un salario real más alto aumenta el coste de oportunidad de estar ocioso (se renuncia a un mayor nivel de consumo) e incentiva la oferta de trabajo. La curva de oferta se desplaza, incrementándose, cuando cambias las preferencias o los incentivos de los trabajadores.
- - La demanda de trabajo la realizan las empresas tratando de maximizar sus beneficios. En términos reales, el beneficio marginal que reporta a una empresa la contratación de un nuevo trabajador es igual a su productividad marginal (lo que aporta a la producción), mientras que el coste marginal es su salario real. Por tanto, mientras que el salario sea inferior a la productividad la empresa tendrá incentivos para seguir contratando más trabajadores, hasta el punto en que el salario se iguale con la productividad. Es decir, que la curva de demanda de trabajo coincide con la de la productividad marginal. Si hacemos el supuesto habitual de los modelos neoclásicos de que hay rendimientos decrecientes del trabajo (por ejemplo, porque existe un stock de capital fijo que se combina con un número creciente de sus trabajadores) la curva de demanda tiene pendiente negativa: para contratar más trabajadores (con productividad marginal decreciente) el salario real debe reducirse. Esta demanda se incrementa también si se instala más capital o si el progreso técnico permite un aumento de la productividad.
En este mercado de trabajo existe un único nivel de empleo de equilibrio, que se alcanza en el punto de corte de la curva de demanda y la curva de oferta. Si el mercado es competitivo, además, el salario real se ajustará siempre al nivel necesario para alcanzar ese nivel de empleo. Por ejemplo, si el salario real se situase inicialmente por encima, habría trabajadores queriendo encontrar un empleo y dispuestos a hacerlo, incluso, por un salario algo más bajo. Los trabajadores parados competirán por los puestos disponibles y esto hará que los salarios se reduzcan hasta el equilibrio (por supuesto, esta explicación no tiene en cuenta los factores institucionales y sociales que hacen que el mercado de trabajo pueda funcionar de manera distinta en la realidad; en todo caso, para los autores neoclásicos, éstas serían imperfecciones del mercado de trabajo que se derivan habitualmente de una regulación inadecuada y habría que tratar de corregirlas para alcanzar el pleno empleo).
Otra idea importante es que, en este equilibrio, todo el desempleo es voluntario, ya que los trabajadores se encuentran en su curva de oferta: los que no trabajan es porque han realizado su elección entre trabajo y ocio y el salario de equilibrio no es suficiente para compensarles por la desutilidad que supone dedicar una parte de su tiempo al trabajo (por ejemplo, prefieren dedicarse al cuidado de la familia).
Finalmente, como se ve en el gráfico, una política de demanda expansiva no podría dar lugar en principio a aumentos del nivel de empleo, ya que para las empresas sería necesario que el salario real se redujese hasta w2 (sólo así contratarían más trabajadores), pero a la vez sería necesario que el salario real se elevase hasta w1 para que los trabajadores estuvieran dispuestos a aumentar su oferta de trabajo.
¿Cómo puede explicar, entonces, esta teoría del desempleo las fluctuaciones cíclicas que se registran en la tasa de paro a corto plazo? Mediante la existencia de problemas de falta de información en el mercado de trabajo, lo que obliga a formar expectativas sobre la tasa de inflación que pueden mostrarse erróneas (Figura 2).
Supongamos, por ejemplo, que el salario real es el de equilibrio y se lleva a cabo la determinación de los salarios nominales para el periodo siguiente. Al hacerlo, los trabajadores no tienen información sobre el nivel general de precios, sino que forman una expectativa sobre cuál será la evolución que experimentará. Partiendo de una inflación esperada del 3%, por ejemplo, un aumento de los salarios nominales del 3% mantendrá constante la oferta de trabajo. Si esta es la tasa de inflación efectiva, también se mantendrá constante la demanda de trabajo.
Si en estas condiciones se lleva a cabo por parte del Banco Central una política monetaria más expansiva de lo esperado por los agentes y la demanda agregada se incrementa, también lo harán los precios y la inflación se situará por encima de lo esperado por los trabajadores. Por ejemplo, se eleva hasta el 7%.
Las empresas perciben inmediatamente este aumento en el precio de sus productos, por lo que estarán dispuestas a aumentar en alguna medida los salarios nominales para hacer frente a este aumento de la demanda. Supongamos que este aumento salarial es de un 5%, de forma que el salario real todavía se reduce un 2%, por lo que la demanda de trabajo se incrementa.
¿Qué ocurrirá con la oferta de trabajo? También aumentará, ya que al comparar este aumento salarial del 5% con la tasa de inflación esperada del 3%, el salario real esperado (erróneamente) por los trabajadores estará creciendo también un 2% (en realidad se está reduciendo). En el gráfico, esto se refleja en un desplazamiento de la curva de oferta hacia la derecha, que se mantendrá sólo mientras dure el error en la percepción de la inflación. Una vez que las expectativas se corrijan con el paso del tiempo y la mejora de la información, la curva de oferta volverá a su posición inicial y los salarios nominales crecerán lo suficiente para alcanzar de nuevo el salario real de equilibrio y la tasa natural de paro, aunque con una tasa de inflación más alta.
Tasa natural de paro y curva de Phillips: la teoría aceleracionista
La aparición del concepto de tasa natural está estrechamente relacionada con la crítica monetarista a la concepción intervencionista de la política económica que se derivaba de la visión keynesiana predominante desde la Segunda Guerra Mundial hasta los años setenta del siglo XX. Esta visión se reflejaba en una Curva de Phillips con pendiente negativa y que se interpretaba como un "menú" de política económica: existía una relación inversa entre inflación y desempleo y las autoridades podían escoger aquella que maximizase el bienestar social y situar permanentemente a la economía en ella con una política de demanda adecuada.
Si el concepto de tasa natural es válido, sin embargo, y como acabamos de ver, esto deja de ser posible. A largo plazo sólo existe un posible nivel de empleo (el de equilibrio) y las reducciones de la tasa de paro sólo son posibles mediante "sorpresas" inflacionistas. Pero como éstas acaban siendo aprendidas por los agentes, habría que estar generando permanentemente subidas de la inflación para lograrlo. A esto se le denomina la teoría aceleracionista de la inflación.
En términos de la Curva de Phillips, existe una curva a largo plazo (vertical sobre la tasa natural, compatible con cualquier inflación) y un conjunto de curvas a corto plazo con pendiente negativa, cada una con un nivel de inflación esperada (la tasa de paro sólo se aleja de la tasa natural si la inflación no es igual a la esperada). En la Figura 3 se recoge el ejemplo que hemos explicado antes en este modelo.
Recuerde que...
- • En el equilibrio competitivo las empresas estarán sobre su curva de demanda de trabajo y los trabajadores sobre su curva de oferta.
- • Si se acepta la existencia de una tasa natural, la Curva de Phillips se vuelve vertical a largo plazo.
- • Teoría aceleracionista: para lograr la tasa natural de paro a largo plazo habría que estar generando permanentemente subidas de la inflación.