Concepto
El principio de la ventaja absoluta establece que si cada país se especializa en la producción de aquellos bienes en los cuales tiene una ventaja absoluta (es decir, que puede producir de forma más eficiente que otros países) e importa aquellos otros bienes en los que tuviera una desventaja absoluta (es decir, que existe otro país que produce de forma más eficiente), se producirá una mejora en el bienestar económico de los distintos países.
El principio de la ventaja absoluta fue formulado por Adam Smith en 1776 en su famoso libro "La riqueza de las naciones" y constituyó el primer paso en la teoría clásica del comercio internacional, posteriormente desarrollada por David Ricardo, Robert Torrens y John Stuart Mill.
La idea fundamental de la teoría de la ventaja absoluta y del resto de la teoría del comercio internacional es que la especialización de los países y el intercambio de lo producido a través del comercio internacional posibilitan un aumento en la producción mundial del que se benefician los distintos países involucrados en el comercio. De esta forma un país no necesariamente se beneficia a expensas de otros, puesto que todos pueden beneficiarse simultáneamente. En consecuencia, la especialización y el posterior comercio internacional no es un juego de suma cero, sino, por el contrario, los distintos países pueden beneficiarse de él.
La especialización en la producción y el intercambio de lo producido para sacar partido a las diferencias entre países parte de la misma idea de cómo la división del trabajo y el comercio revierten en resultados positivos desde el punto de vista de la sociedad. Tal y como señaló Adam Smith si "es la máxima de todo jefe de familia prudente nunca intentar tratar de producir en casa lo que le costaría más producir que comprar", la especialización y el comercio también deben ser ventajosos desde la perspectiva de los países.
La teoría de la ventaja absoluta y, en general, la teoría clásica del comercio internacional supuso un ataque frontal a los planteamientos del mercantilismo, los cuales defendían una política nacional proteccionista, abogando por el fomento de las exportaciones mediante subsidios y la restricción de las importaciones por medio de aranceles.
Un ejemplo de las ventajas absolutas
Un ejemplo numérico resultará de gran utilidad para entender lo planteado por Adam Smith en su teoría de la ventaja absoluta.
Supongamos que la economía mundial está compuesta exclusivamente por dos países, A y B; cada uno de los cuales puede producir dos bienes, X e Y, que desean consumir los ciudadanos de ambos países. Cada país dispone de una cantidad dada de trabajo, que supondremos que es el único factor productivo utilizado para fabricar ambos bienes.
Los países difieren en el número de horas que tienen que emplear en la producción de cada bien. El cuadro 1 recoge el número de horas de trabajo que se precisa para obtener una unidad de cada uno de los bienes en los dos países.
Cuadro 1. Número de horas de trabajo necesarias para obtener una unidad de cada bien | País A | País B |
Bien X | 2 | 1 |
Bien Y | 4 | 6 |
El país A precisa dos horas de trabajo para producir el bien X, frente a una hora de trabajo que precisa el país B. Por el contrario, el país A precisa sólo cuatro horas de trabajo para producir el bien Y, mientras que el país B precisa de seis horas. Por tanto, el país A es más eficiente, tiene ventaja absoluta en la producción del bien Y, mientras que el país B es más eficiente, tiene ventaja absoluta en la producción del bien X.
Si no existiese comercio internacional, cada país tendría que producir ambos bienes para satisfacer la demanda de los mismos. Si se abre al comercio cada país podría desplazar el trabajo a la producción de aquel bien en el que es más eficiente (véase Cuadro 2).
Cuadro 2. Número de unidades del bien por hora de trabajo (productividad) | País A | País B |
Bien X | 0,5 | 1 |
Bien Y | 0,25 | 0,16 |
En el país A redirigir una unidad de trabajo desde la producción del bien X hacia la producción del bien Y implica una reducción de 0,5 unidades del bien X y un aumento de 0,25 unidades del bien Y. En el país B redirigir una unidad de trabajo desde la producción del bien Y hacia la producción del bien X implica una reducción de 0,16 unidades del bien Y y un aumento de 1 unidad del bien X. Por tanto, la producción mundial habría aumentado. En cada bien, la producción que utiliza trabajo con una productividad alta reemplaza a la producción que emplea trabajo con una menor productividad.
Tal y como ha mostrado el ejemplo anterior, Adam Smith demostró los beneficios del libre comercio al probar que se fomentaba la eficiencia global en la producción, ya que permitía a cada país explotar su ventaja absoluta al elaborar uno o varios productos. Como mínimo, un país saldrá beneficiado del comercio sin que el otro empeore y, en muchas ocasiones, ambos países saldrán beneficiados del comercio y se repartirán los beneficios de una mayor productividad global.
Existe, sin duda, una analogía entre los efectos derivados del comercio internacional y los que se derivan del progreso tecnológico. De la misma manera que el progreso tecnológico hace posible la producción de bienes utilizando menos recursos productivos, el comercio internacional permite a los países obtener bienes y servicios a menores precios. La adquisición indirecta de bienes a través del comercio internacional es equivalente al descubrimiento de técnicas de producción más eficientes.
¿Es necesaria la ventaja absoluta para que el comercio internacional sea beneficioso?
Según Adam Smith para que existan ganancias derivadas del comercio internacional era necesaria la existencia de ventajas absolutas. De hecho, todavía hoy mucha gente sigue considerando que para que un país exporte un bien debe disponer de ventaja absoluta en su producción. Esto explica el temor que algunos muestran respecto a aquellos países que tienen ventaja absoluta en la producción de la mayor parte de bienes, ya que en ese caso estos países, según la teoría de la ventaja absoluta, acapararían el comercio internacional en detrimento del resto. En este sentido recientemente se expresa el temor a que los países emergentes con bajos salarios y creciente acceso a las nuevas tecnologías amenacen el comercio mundial con sus exportaciones.
Es de sentido común que cada país debe estar en capacidad de producir algún bien, ya que en caso contrario cómo podría hacer frente al pago de sus importaciones. La explicación se encuentra en que la teoría de la ventaja absoluta sólo explica una pequeña parte del comercio internacional. El comercio mutuamente beneficioso no requiere que exista una ventaja absoluta. Tal y como enunció David Ricardo a principios del siglo XIX basta con que exista una ventaja comparativa para que el comercio resulte mutuamente beneficioso.
Recuerde que...
- • Se calcula de manera indirecta a partir de la producción real de la economía y de la oferta monetaria.
- • La especialización en la producción y el intercambio de lo producido para sacar partido a las diferencias entre países parte de la misma idea de cómo la división del trabajo y el comercio revierten en resultados positivos desde el punto de vista de la sociedad.