Es un producto que, estando totalmente terminado, presenta un defecto que la empresa considera no subsanable, bien porque desde el punto de vista económico no resulta rentable repararlo, aunque sea posible hacerlo desde el punto de vista técnico o físico, o bien porque no es posible repararlo.
El defecto puede afectar en mayor o menor grado al producto pudiendo ocurrir:
- - Que los productos defectuosos no puedan ser vendidos y haya que desecharlos, en cuyo caso, los costes incorporados a los mismos se contabilizarán como pérdida.
- - Que sea posible vender los productos defectuosos pero, lógicamente, a un precio menor que el de los productos normales, es decir, los que no tienen defecto.
Si el precio de venta es menor que el precio de coste, se originará una pérdida que puede tratarse contablemente siguiendo uno de estos criterios:
- - Recargar el coste de los productos terminados de la misma gama, en el período.
- - Incrementar el coste de todos los productos terminados en el período.
- - Computar la pérdida directamente en los resultados del período.