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Economía mixta

Economía mixta

Contabilidad y finanzas

Concepto

Reciben el nombre de economía mixta aquellos sistemas económicos que presentan importantes sectores públicos y que, por tanto, no pueden ser considerados capitalistas puros. En ellos, por tanto, las decisiones sobre la asignación de los recursos escasos se encuentran repartidas entre el sector privado, hogares y empresas, y el sector público.

Constituye la forma de sistema económico más extendido en la actualidad entre los países occidentales.

Entre la economía de mercado y la economía planificada

En las economías de mercado la asignación de los recursos es resultado de millones de decisiones independientes, realizadas por los agentes económicos, oferentes y demandantes, que actúan a través de los mercados. Aunque pudiera parecer imposible y a pesar de carecer de cualquier tipo de coordinación, estas economías funcionan correctamente y logran una asignación eficiente de los recursos. Adam Smith, en 1776, ya señaló que el mecanismo de precios, característico de este tipo de economías, permite la coordinación de millones de decisiones de agentes económicos independientes. Lo que denominó la “mano invisible” de la economía.

Frente a la economía de mercado se encuentra la economía planificada. En ella el comportamiento económico se encuentra determinado por una autoridad central. Esta, en la mayoría de los casos, es propietaria de los recursos productivos (no existe la propiedad privada), y determina qué se debe producir, en qué cuantía y para quién. A diferencia de lo que ocurre en economías de mercado, en la planificada las decisiones se encuentran centralizadas.

Durante cerca de medio siglo la economía planificada constituyó una alternativa a la economía de mercado. De hecho se presentaba como el único sistema económico capaz de reparar las injusticias que provocaba la libre acción del mercado. La Unión Soviética, los Países del Este de Europa y China han sido economías planificadas durante gran parte del siglo XX. Si embargo, la evidencia histórica demostró que los sistemas dirigidos o planificados no funcionaban correctamente y no eran capaces de aumentar el bienestar de sus ciudadanos, por lo menos al mismo ritmo que las economías de mercado. Ello se debía, en primer lugar, a la dificultad de la autoridad central para preveer las necesidades de toda la sociedad en un horizonte temporal más o menos amplio. El segundo problema al que se enfrentaban las economías planificadas era la falta de incentivos de los ciudadanos y empresas para mejorar. Si tienes el trabajo garantizado, tu incentivo para hacerlo bien o incluso mejor no existe; sin embargo, si se te puede despedir realizarás un trabajo adecuado para que no lo hagan, y si quieres ascender lo harás lo mejor posible para que lo tengan en cuenta. Algo similar ocurría con las empresas. Al no existir competencia porque solo había una empresa, esta carecía de incentivos para introducir mejoras tecnológicas y producir más eficientemente, pues no corría el riesgo de que otra empresa la expulsara del mercado.

El fracaso de la economía planificada no supuso el triunfo de la de mercado. Como se ha señalado teóricamente la economía de mercado es la más eficiente, pero en la práctica los mercados no son perfectamente competitivos y la eficiencia plena no se alcanza. Cuando aparecen los llamados fallos del mercado, la "mano invisible" del Estado debe intervenir. En concreto, y sin ánimo de ser exhaustivos, esto ocurre cuando:

  • a) No existe mercado o el mercado es imperfecto (monopolio, oligopolio y competencia monopolística).
  • b) Aparecen externalidades, es decir, la acción de un agente económico afecta a otro. Por ejemplo, una empresa que produce fertilizantes contamina el área donde está ubicada.
  • c) Existe información imperfecta en el mercado, impidiendo alcanzar un resultado óptimo. Por ejemplo, el consumidor toma una decisión en el mercado pero carece de información para ello, y si la hubiera tenido su comportamiento habría sido diferente.
  • d) Cuando la renta se distribuye desigualmente. El mercado no garantiza una distribución igualitaria de la riqueza, lo que puede provocar que haya personas ricas y pobres. Si se decide que habría que ayudar a estas últimas, el Estado debería intervenir.

Por ello, tampoco se puede afirmar que existan en la actualidad sistemas de mercado puro.

Los sistemas mixtos

Cuando se analiza el comportamiento de la economía real nos encontramos con que ninguna es totalmente de mercado o centralizada. Todas combinan elementos propios de estos dos sistemas, resultado de mezclar el control del Estado (en mayor o menor grado), con la actuación del mercado. Incluso si se analiza por sectores, nos encontraremos con que el grado de mezcla puede variar de manera significativa. De esta forma, dentro de lo que se consideran economías de mercado, la intervención del sector público es muy diferente en Europa que en EEUU. De hecho, el peso del mismo es muy superior en el viejo continente que en Norteamérica. Incluso en China, una de las pocas economías planificadas que sobreviven en la actualidad, en determinadas regiones y sectores se permite el capitalismo o la libre acción del mercado. Por tanto, se podrían considerar todas las economías sistemas mixtos, difiriendo unas de otras en el grado de intervención y en el peso del sector público en la economía. A pesar de ello, y por reducción, se siguen considerando economías de mercado a aquellas en las que predominantemente actúan los mecanismos de mercado, y planificadas en las que lo predominante es la centralización de las decisiones en un único agente económico.

¿De qué depende el peso del sector público en los sistemas mixtos?

La intervención del sector público en las economías mixtas se justifica por la existencia de fallos en el mercado que impiden una asignación eficiente de los recursos. Sin embargo, dicha intervención también tiene costes, de manera que el sector público deberá intervenir siempre y cuando los costes de dicha intervención no superen los beneficios de corregir los fallos de mercado. Los costes que pueden aparecer son de tres tipos: Los costes internos son los derivados de la acción gubernamental (por ejemplo, el pago de las nóminas de los funcionarios). Los costes externos pueden ser, a su vez, de dos tipos, directos e indirectos: los primeros son los que afectan al sector privado, como consecuencia de la intervención del Gobierno, en términos de producción o costes derivados del cumplimiento de la normativa; por ejemplo serían los costes que tendría que soportar una empresa que se viera obligada por la legislación a utilizar una tecnología respetuosa con el medio ambiente. Por último, los costes externos indirectos son los derivados de pérdidas de eficiencia provocados por la alteración de las señales de precios consecuencia de la intervención pública.

El papel de la ideología

Sin embargo, en la vida real, en el análisis se mezclan más elementos que los puramente teóricos. La ideología desempeña en este sentido un papel fundamental a la hora de evaluar el papel y la intensidad de la intervención pública en la economía. Determinar los costes indirectos resulta muy complicado. ¿Es la energía nuclear segura o por el contrario supone un peligro para la sociedad? ¿Cuáles son los costes derivados de cerrar una central nuclear? ¿Y los de mantenerla en funcionamiento? ¿Se deben prohibir los alimentos transgénicos porque alteran el medio ambiente o son imprescindibles para combatir la desnutrición? Además, determinar si una intervención ha sido un éxito o un fracaso constituye, en ocasiones, una verdadera proeza incluso desde un punto de vista meramente técnico. Es entonces cuando entran en juego los juicios de valor y los elementos ideológicos.

Lo que sí parece cierto es que desde los 80, y durante gran parte de los años 90, los países industrializados optaron por sistemas económicos mixtos. Si bien se estaba de acuerdo en no reducir a cero la presencia del sector público, sí que existía una confianza en el mecanismo de mercado. Sin embargo, la enorme crisis desatada en la primera década del siglo XXI parece haber vuelto a los Gobiernos más precavidos y muchos de ellos abogan por redefinir el papel del Estado en la economía. El debate está abierto, si bien el sistema económico mixto no peligra, lo cierto es que puede variar la proporción de economía de mercado e intervención pública a la que estábamos acostumbrados hasta ahora.

Recuerde que...

  • Las decisiones sobre la asignación de los recursos escasos están repartidas entre el sector privado, hogares y empresas, y el sector público.
  • Economía planificada: el comportamiento económico se encuentra determinado por una autoridad central.
  • La intervención del sector público se justifica por la existencia de fallos en el mercado que impiden una asignación eficiente de los recursos.
  • Costes internos son los derivados de la acción gubernamental y costes externos, que pueden ser directos e indirectos.
  • Costes directos afectan al sector privado y los indirectos derivados de pérdidas de eficiencia.

© LA LEY Soluciones Legales, S.A.

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