El buen funcionamiento de los debates parlamentarios -y, en general, de cualesquiera deliberaciones- depende no sólo de las estrictas reglas procedimentales establecidas, sino en buena medida, de un complejo conjunto de reglas de corrección que conforman la cortesía parlamentaria y que Mohrhoff resumió como el respeto que los componentes de la Asamblea se deben recíprocamente y que deben a la propia Asamblea y a la opinión pública. El origen de las mismas se encuentra en el Parlamento británico que es expresión de una forma de entender la política en términos de fair play.
Las reglas de corrección parlamentaria no son normas jurídicas vinculantes sino normas sociales, no escritas, consolidadas por el uso, cuyo respeto no deriva de su obligatoriedad formal sino de la convención política común de un buen desarrollo de la vida parlamentaria.
La cortesía es uno de los límites del debate (o, si se prefiere, de la oratoria) parlamentaria. Por la observancia de las reglas de la cortesía y usos parlamentarios vela, lógicamente, el Presidente de la Cámara, que efectúa, en su caso y a la vista de la circunstancias, llamamientos al orden que, cuando se fundan exclusivamente en motivos de cortesía, se convocan también como "llamadas a la cortesía".
Recuerde:
• Por la observancia de las reglas de la cortesía y usos parlamentarios vela el Presidente de la Cámara, que efectúa, en su caso y a la vista de la circunstancias, llamamientos al orden que, cuando se fundan exclusivamente en motivos de cortesía, se denominan "llamadas a la cortesía".