Término anglosajón, acuñado a principios de la década de 1980, que se aplicó a un producto comercializado por el banco de inversiones A.G. Becker Paribas. El objetivo de esta entidad era crear un nuevo producto que supliera la desaparición de los cupones de los bonos al portador, los cuales habían sido utilizados hasta entonces por parte de compañías de seguros y fondos de pensiones para realizar la cobertura entre activos y pasivos a largo plazo. La causa era que en el mercado no existían bonos soberanos cupón cero que cubrieran el riesgo de tipo de interés que se generaba por sus compromisos de prestaciones a largo plazo en un solo pago.
A pesar de que el “lobby” de los fondos de pensiones era muy fuerte y había presionado al Tesoro americano en los años setenta, el Tesoro americano se había mantenido firme, ya que no estaba dispuesto a que sus valorados bonos fueran objeto de manipulación. De ahí que A.G. Becker Paribas y otros bancos de inversión vieran la posibilidad de crear un nuevo producto de ingeniería financiera, era sencillo. Por ejemplo, en un COUGR, A.G. Becker Paribas compraba bonos a 30 años del Tesoro americano con un cupón elevado, y se lo vendía a un vehículo especialmente creado al efecto (“Special purpose entity (“SPE”)” en terminología anglosajona), lo que suponía de facto la existencia de un colateral “teórico” de bonos del Tesoro americano. A continuación, el SPE emitía bonos cupón cero con vencimiento en cada pago de cupón, y por el importe de dicho cupón, excepto el último en el que se adicionaba el principal. Con un bono a treinta años con cupón semestral, se emitían 61 bonos cupón cero sintéticos, los cuales, habida cuenta de la escasez de producto, se podían vender a un precio notoriamente superior al de la compra del bono 30 años que se había realizado en origen, generando beneficios muy importantes en el SPE.