Se denomina financiación participativa, financiación colectiva o crowdfunding a una serie de modalidades de financiación de empresas, organizaciones o proyectos, habitualmente instrumentalizadas a través de lo que se denominan Plataformas de Financiación Participativa (PFP).
Dentro de la financiación participativa se encuentran la Financiación Propia Participativa o equity-crowdfunding (en la que los aportantes de fondos pasan a ser socios o accionistas de la empresa); Financiación Ajena Participativa (FAP) o crowdlending (los aportantes de fondos a la empresa o proyecto financiado pasan a ser inversores-acreedores); crowdfunding de donación; y crowdfunding de recompensa. Estos dos últimos no tienen caracterización como operaciones de inversión-financiación.
La financiación participativa es un concepto ligado por su origen al desarrollo tecnológico en el ámbito financiero, por lo que es un elemento principal dentro de lo que, desde aproximadamente el año 2010, se ha dado en denominar sector o ecosistema Fintech y se conceptúa también como una manifestación en el ámbito financiero de la llamada economía colaborativa y, por su componente tecnológico, economía digital.
En España la Financiación Propia Participativa y la Financiación Ajena Participativa fueron reguladas por primera vez con la Ley 5/2015, de 27 de abril, de fomento de la financiación empresarial.
Desde 2015 se puede decir que la Financiación Participativa se considera una modalidad más de financiación empresarial alternativa o complementaria a la financiación tradicional bancaria o por emisión de títulos (acciones o bonos), si bien más extendida en el ámbito del emprendimiento, nuevas empresas y pequeñas y medianas empresas, así como financiación de campañas o proyectos específicos.

El éxito de la financiación participativa se debe a varios factores como los que se indican en el cuadro siguiente.
